Historia del Chaco Paraguayo

Cuando la República del Paraguay tenía 116 años de vida independiente, un primer grupo de menonitas llegó al Chaco (1927) para iniciar la colonización, que después de duras luchas por la supervivencia iba a cambiar poco a poco la cara del llamado "infierno verde"

A Loma Plata llegaron primero 1.720 personas, a Filadelfia 2.015 y a Neuland 2.300. Después creció la población menonita, alcanzando hoy 15.000 personas, asentadas en colonias que durante décadas se auto administraron como municipios independientes. 

Durante las primeras décadas, la lucha fue solo por la supervivencia en el Chaco, varios abandonaron la región convencidos de que era imposible radicarse aquí, muchos fallecieron principalmente por epidemias y enfermedades prevenibles.

También hubo muertos por expediciones al monte chaqueño, accidentes de trabajo como excavaciones de pozos y en algunos casos por asaltos de los ayoreos.

Un nuevo hogar

El Chaco se convirtió en un nuevo hogar,  aun con todas sus hostilidades. Comenzaron a trabajar la tierra, plantando maní y algodón, junto con varios comestibles en la huerta. La superficie aprovechada  era el campo abierto que abarcó tan solo un 15% de la tierra.

Cuando en los años 60 los créditos otorgados permitían la mecanización progresiva, se comenzó a desmontar tierras para la ganadería, que se ha convertido hoy día en el pilar del desarrollo del Chaco.

Los frigoríficos de las cooperativas Chortitzer Komitee, Fernheim y Neuland faenan 360.000 animales vacunos por año, el 80% de esta carne es exportada a exigentes mercados del mundo.

Aquí se produce e industrializa más de 110 millones de litros de leche anualmente. La superficie cultivada con rubros como maní, sorgo, sésamo, algodón y tártago alcanza unos 25.000 a 30.000 hectáreas cada año.

El "secreto" del desarrollo

Muchas veces se ha preguntado cuál es el "secreto menonita" al desarrollar el Chaco. Y responden ellos que no existe tal secreto, solamente se hacen las cosas como se debe. En el centro de Filadelfia un monumento proclama con sus tres pilares convicciones fundamentales de la sociedad: fe, trabajo, unidad.

Protagonistas silenciosos

Los indígenas, especialmente aquellos que vivían en zona de los primeros inmigrantes, como los enxet (lengua norte) y nivaclés, quienes se acercaron del Pilcomayo, son protagonistas silenciosos del desarrollo del Chaco Central. No resistieron a la inmigración menonita y el relacionamiento entre ambos grupos era relativamente pacífico, desde el primer momento.

El gobierno nacional, la empresa Carlos Casado (que vendió las tierras) y los líderes menonitas sabían de los lengua norte en territorio de la colonización. Los enxet, por diferentes razones, no solo eran pacíficos, sino que mostraron a los inmigrantes cómo moverse en el monte.

Después, al acercarse más y más indígenas a las colonias en procura de alimentos y protección, los nativos se convirtieron en una permanente mano de obra disponible para los colonos.

La producción ganadera del Chaco toma fuerza al finalizar la Guerra del Chaco cuando se crean las primeras haciendas en la zona Sur de la región, manteniéndose la misma como una de las más productivas pero con el déficit de acceso al mercado nacional por la inexistencia de una buena red vial y de puentes entre ambas regiones. La construcción de la ruta Transchaco en los años ’60 y, posteriormente de los dos puentes que enlazaron a ambas regiones, generó nuevas implantaciones y mejoró el sistema productivo y comercial de las existentes.